Si eres madre y te preocupa la inminente llegada de la etapa adolescente de tu princesa; si tu hijo está por dejar el nido y ya no le verás tan a menudo;
Si eres hija y tú historia de vida te ha hecho valorar los sacrificios maternos, pero no encuentras el momento ni la forma de decirle gracias a tu madre, o si simplemente te apetece una tarde distendida de mejores amigas; si tienes pareja y la rutina ya comienza a pasar factura; te invito a seguir leyendo.
Hoy queremos hablarte del macramé terapéutico, pero no desde el punto de vista curativo, sino emocional. ¿Cuántas veces hemos reflexionado sobre esa relación cercana, de ese familiar con el que sin dudas hemos vivido muchas cosas, pero con el que tal vez no nos hemos tomado un tiempo relajado para compartir nuestros valores, sentimientos y esperanzas, esos que surgen del amor familiar o de pareja?
Cuando se trata de compartir en familia, existen dos tendencias que inician el debate entre que es mejor, si el tiempo de calidad o la cantidad de tiempo. Y aunque sean ciertos muchos de los argumentos que se esgrimen en cada una de las posiciones, lo que prevalece, es que hay una preocupación valida y real, por llegar a conectar con los seres que amamos.
Sabemos que, cada vez más el ajetreado ritmo de la ciudad, exige nuestra presencia en una gran cantidad de compromisos, y aunque la tecnología avanza en función de facilitarnos los procesos, lo que cambia en la práctica, es que esa demanda de tiempo en calle, en el terreno, ahora lo pasamos frente al ordenador, por tanto nos sigue quedando poco tiempo para compartir en familia.
Es por esto que mayormente nos decantamos por mejorar las oportunidades de disfrutar, sustituyendo cantidad por calidad. Y en este punto estemos más o menos de acuerdo porque es de lo que disponemos.
Ahora bien, la inquietud por pasar tiempo de calidad, por sí sola no nos garantiza una selección acertada de una actividad que pueda desarrollarse en pareja y que cree ese ambiente que buscamos; por el contrario muchas veces puede generar más estrés, debido la logística que implica escoger, estructurar y preparar para el otro una salida o panorama en esos términos, así que casi siempre terminamos decantándonos por lo habitual, ir al cine o a un restaurante.
El trabajo de escoger y la responsabilidad de “pasarlo bien” eclipsa el hecho de que son ambos quienes deben disfrutar, relajarse y centrarse en la experiencia, y vivirla al máximo. Por lo que dejar en manos de un tercero, la organización de la actividad, es perfecto.
Ya sea una pareja, hermanos, madre-hija, mejores amigas, un workshop de macramé para dos es una oportunidad ideal para quienes tienen esa necesidad de encontrar un espacio tranquilo y sereno, utilizando esta técnica como antesala, en la que no se necesitas tener previos conocimientos, y donde por el contrario, será más enriquecedora si ambos concurren a la cita con pocos o ninguna experiencia.
Esto es en efecto, el estado de encontrarse en una situación donde ambos tienen un mismo nivel, donde no hay superioridad y se reducen las brechas emocionales, por lo que crece el clima distendido e íntimo para conversar y para apoyarse en el proceso de aprendizaje, siendo esta una manera de enviar un mensaje que trasciende las cuerdas y que significa, estoy para apoyarte en lo que necesites.
Por otra parte, es también una ocasión para reír al unísono de las propias equivocaciones. ¿Y qué puede ser mejor? Es saludable poder mostrarnos con nuestras habilidades y torpezas ante los que amamos.
Es sabido que ser capaces reírnos de nosotros mismos es la mejor terapia para afrontar las dificultades y es un ejercicio necesario para ser feliz a través de tomarse con humor las adversidades de la vida.
Más allá de todo, durante un workshop para dos, la dinámica de la relación pasa a un segundo plano y motiva a los participantes a formar un equipo para desarrollar un proyecto que se materializa de sus propias manos, literalmente, estrechando el vínculo afectivo que los une, desde este experiencia formativa que podrán recordar y revivir cuando miren la pieza hecha y exhibida en ese rincón especial de la casa u oficina donde finalmente decidan colocarla.
El macramé como actividad para reforzar vínculos afectivos familiares
Curso de Betzabeth Gonzalez